domingo, 10 de agosto de 2014

Alma de gato. Historia 79.

Casi un año, casi. Aunque para muchos les parezca "ridículo" (aún no aprenden). Leono y yo nos amamos.
En realidad nunca me había entendido tanto con un felino, hasta que él llegó, o mejor dicho yo fui por él, me lo regalaron. Camino a casa, no lloró, no se asustó, todo lo contrario se durmió en mis piernas (considero que era su mejor lugar para dormir), por las noches antes de dormir siempre hacia el intento de quedarse a mi regazo, y aunque también lo quería, solo podía cuando mamá no estaba.
De regreso del trabajo me esperaba fuera de casa (ya presentía, era todo un thundercats), o cuando escuchaba mi voz se aparecía de donde sea que se encontrase (le daba libertad de salir, tienen eso de sentirse independientes), me saludaba y yo le respondía (al idioma felino según yo) y no dejaba de seguirme hasta verme sentada y poder él subirse a su lugar favorito.
Los fines de semana, mientras limpiaba, él jugaba con su tocayo (un león peluche) y cuando se aburría, jugaba con mis pies mientras yo bailaba, y se quejaba si dejaba de bailar xD.
Sé que de toda la familia, obviamente me prefería a mi, si papá lo tenía durmiendo a su lado, solo necesitaba hacer un par de palmadas en mis piernas y como rayo, estaba acurrucado a mi lado.
Los ronroneos mientras leía o estaba en la pc era la música de fondo.

Y tantas anécdotas más.

No pensé despedirme tan pronto de él. Y menos pensé que me fuera a doler así. Luchaste y sé que lo hacías por mi, tranquilo esos maullidos jamás los olvidare.


Gracias Leono, por todas esas sonrisas robadas.